Parece que fue ayer cuando estabas comprando los primeros pañales para tu recién nacido, pero toca despedirse de ellos. En septiembre empieza el «cole de mayores» y es el momento en el que tienen que desaparecer.
Es uno de los pasos más importantes que da un niño en su ciclo de madurez. Para ellos es una situación nueva que tienen que vivir como un juego, sin dramatismo, con la naturalidad de su crecimiento. Ya hemos pasado a comer de todo, bebemos en vaso, estamos abandonando el chupete y este es otro pasito más.
La primavera es un buen momento para iniciar esta fase, ya que las temperaturas nos permiten que el niño se moje, sin sufrir las inclemencias del tiempo y sin que un inesperado catarro nos fastidie la operación.
Si acaba la estación y no lo conseguimos, a lo mejor es porque el niño aún no estaba preparado (cada niño madura en tiempo distinto): el verano es lo que necesitamos.
Las altas temperaturas, el tiempo libre de los papás, los días más largos, los horarios menos férreos… Son circunstancias que ayudan en este proceso, en ocasiones muy sencillo y otras no tanto.
Hay que hablar de ello, plantearlo haciéndolo algo divertido, algo de lo que él se va a sentir muy orgulloso y por supuesto todos los que lo rodean; todos vamos a estar muy contentos cuando lo consiga.
La imposición y el castigo en este caso son muy contraproducentes, incluso producir el efecto contrario a lo que queremos.
Hay que hacerles partícipes del proceso, que se sientan implicados. Un ejemplo de ello es llevarlos a comprar un orinal, permitiendo que él lo elija y en qué lugar de la casa se pondrá, dejar que se limpie él, usando papel higiénico o toallitas
Hay que explicarle la importancia que eso conlleva, usando un lenguaje adaptado a ellos, hacerlo tema de conversación, incluso en un cuento: el enanito del bosque fue a hacer pis
No exigir es algo primordial. Frases como «es lo mejor para ti», «estarás seco», «no estarás sucio» o «irás al baño como todos los niños» son mensajes muy positivos hacia él.
Que venga al baño con nosotros es un refuerzo, ya que somos sus referentes y en estos primeros años, imitar es su forma de tomar contacto con lo que les rodea.
Nuestra predisposición debe ser absoluta: lo acompañaremos cada vez que quiera ir, le preguntaremos si tiene ganas, nos tocará pasar muchas veces la fregona, lavar ropita, pasar tiempo esperando que haga pis, le aplaudiremos y celebraremos mucho cada vez que lo logre. Si quiere quedarse solo tendremos que vigilar de cerca pero sin intimidarlos Por eso, tenemos que aprovechar las vacaciones, es la oportunidad.
Que el niño vaya sin ropa interior (ahora que el calor lo permite) el tiempo que esté en casa, lo hará sencillo.
El momento también es propicio, por la cantidad de líquido que bebemos en verano. Eso nos va a permitir que sean más las veces que tenga la necesidad de ir al orinal.
Con el calor y a partir de los dos años, ya tiene conciencia de muchas cosas: el pañal les puede resultar molesto, quizá sean ellos mismos los que pidan quitárselo.
Mientras llegamos a nuestro objetivo, es muy importante la higiene en esta época y los cuidados se deben extremar. Si el niño siente que le duele, por rozaduras, prurito, enrojecimiento será todo más difícil.
La paciencia ha de ser un arma poderosa para nosotros. No hay que crear un clima de nervios, ni que noten enfado; si hacen pis en el suelo o en el sofá, no mostremos nuestra ansiedad pensando que el colegio está a la vuelta de la esquina y no hemos podido quitarlo.
El tiempo no se puede cuantificar. Una semana o un mes, a veces más… Cada niño es un mundo, ya que hay una parte fisiológica (control de los esfínteres), pero también una parte psicológica, no es una tarea fácil.
Piensa que será un verano con una importante misión. QUE LA FUERZA TE ACOMPAÑE.